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Patios de Córdoba



Los patios de Córdoba, una obsesión estética

Cuando esta primavera los jardines y los parterres, los arriates y las macetas estallen en flores de mil colores los Patios de Córdoba tendrán un motivo más para sentirse orgullosos.

La fiesta que es tradición celebrar en el mes de mayo en torno a los Patios lucirá a partir de 2013 la pátina de prestigio que da ser reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. El pasado día 6 de diciembre la Unesco decidió en París conceder su máximo reconocimiento a un bien intangible que representa, además, la quintaesencia estética de los pueblos y ciudades de Andalucía.

Los Patios de Córdoba son la destilación estética de un modo de vivir que hunde sus raíces en Roma y al-Andalus, en aquellos tiempos en que esta ciudad fue por dos veces capital del mundo. De aquel legado heredó la capital este singular modo de expresar su belleza, su silencio y esa áurea de sabiduría que pontificaron sus mejores hijos, desde Séneca a Lucano, desde Averroes y Maimónides hasta al-Hakam II.

Los barrios de la ciudad

Pero no hay que esperar al mes más florido de la primavera para disfrutar de los patios cordobeses. Su presencia es constante en los recorridos que discurren por la Judería y los barrios de San Basilio y La Ajerquía. Muy próxima al Alcázar de los Reyes Cristianos y a las Caballerizas Reales, en las casas populares próximas a la ribera del río Guadalquivir y la primitiva muralla califal, hay patios abiertos desde los zaguanes que son un resumen de las obsesiones estéticas de Andalucía.

La cal en las paredes y el empedrado en los suelos, el pozo de aguas claras, los arriates de donde germinan los tallos de rosales, jazmines y madreselvas y un sinfín de macetas donde crecen las hojas aterciopeladas del geranio cuyas flores de un rojo intenso parecen brillar bajo el sol del mediodía. Hay patios que solo pueden ser observados desde los vestíbulos. Una reja artística de hierro separa el espacio público del reducto privado y silencioso de las familias que miman su bien más preciado.

Pero hay un palacio en Córdoba que es un resumen de todos los patios que la capital posee. Es el Palacio de Viana y está entre San Andrés y Santa Isabel, cercado por plazoletas íntimas, callejones estrechos y esquinas ligadas a la memoria literaria de una de las urbes más antiguas de Europa.

Casa señorial andaluza

Viana es el prototipo de la gran casa señorial andaluza. Su interior esconde doce patios de una belleza deslumbrante. Viana fue construido en el siglo XIV, fue objeto de ampliaciones y se convirtió con el paso del tiempo en el prototipo del palacio barroco cordobés. En torno a sus patios se extienden decenas de estancias señoriales, aposentos distinguidos y salones aristocráticos decorados con muebles de variados estilos clásicos, lienzos de reputados maestros, libros antiguos y objetos decorativos de gran valor.

Los nombres de los patios del Palacio de Viana hacen referencia a los oficios y la utilidad que los acompañó a lo largo de la historia. El patio de la Cancela tiene ventanales enrejados que miran a la plaza de Don Gome, entrada principal al palacio. El patio del Pozo enlaza con el patio de la Alberca donde hay un ameno estanque próximo a un bien cuidado invernadero donde los naranjos se enredan entre sí hasta cubrir una pared que ejerce de medianera con otras viviendas vecinas.

La Madama es la estancia más romántica de entre los patios y está exaltada por una escultura en piedra de una mujer que vierte el agua de un cántaro apoyado en su cadera. Los patios se suceden hasta completar la docena y en todos ellos las macetas, los arriates y los parterres exhalan la estética de una ciudad única.

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